4 nov 2010

Carlitos

El Padre se levanto de la silla, se dirigía al confesionario con la Biblia entre sus manos, cuando Carlos ó Carlitos, como le decían cariñosamente, se acerco:

-Padre, ¿Puedo hacerle una pregunta?

-Desde luego.

-Es que tengo una duda-Dijo el niño.

-Si, dime-Alentó el Padre, mientras aclaro su garganta.

El niño se ensimismo, su ceño se torno estrecho, poso su dedo índice sobre su labio superior, quizás en un ejercicio de memoria para la pregunta a formular, decidiéndose:

-¿Por qué Dios nos puso aquí?-Hizo una pausa, y continuo-Es decir: ¿Por qué no nos dejo con él en el cielo?.

-No lo sé, Carlitos.

El infante se estremeció, lo vio con un aire de desazón, de decepción.

-Si Carlitos, es verdad, no lo sé y seguramente no lo sabré. Pero no debes preocuparte por esas cosas, tú eres muy joven para eso.

El niño se retiro en silencio. Después de esa tarde, El Padre abandono la iglesia.

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